El universo de Stephen King vuelve como pocas veces lo ha hecho al cine en esta adaptación que David Koepp.
Mort Rainey (Johnny Depp) habita solitario una casa en el lago, no muy lejos de Nueva York, donde tiene un perro con cataratas y un sofá en el que le encanta quedarse dormido. Un buen (o mal) día recibe la visita de un extraño personaje, John Shooter (John Turturro), quien le enrostra un manuscrito y lo acusa de haberle robado una historia. Según Shooter, su cuento La ventana secreta es un plagio de un relato suyo. Por si fuera poco, le endilga que le haya arruinado el final, y lo conmina a remediar el error. Caso contrario, algo va a pasar.
Mort no sólo debe lidiar en su cabeza prolijamente despeinada (Johnny Depp tuvo a su peinadora, su maquilladora y ¡tres! asistentes a su disposición durante el rodaje) con este asesino en ciernes, sino también con la separación de su esposa, a la que seis meses antes descubrió en un motel con otro hombre. Está bien, Mort es un escritor, y que se hable a sí mismo e imagine a su esposa rondando por la casa de fin de semana en el pasado no es descabellado. Ya que se vista con la robe de Amy...
Shooter ¿remite o es tan solo una figura metafórica? ¿Es un fantasma que vino a atormentar al escritor por haber robado alguna vez una historia y publicarla?
Cuánto habrá puesto de autobiográfico el autor de Carrie y Cementerio de animales es algo que sólo él sabrá.
Las buenas películas no son ni cortas ni largas, duran lo que deben durar. David Koepp, quien vivió en Mar del Plata y fue guionista de éxitos probados como Jurassic Park, El Hombre Araña, Carlito's Way y Misión: Imposible conoce perfectamente el género del thriller. Y su película Ecos mortales lo mostró diestro a la hora de manejar los suspensos.
Porque La ventana secreta, una abertura escondida en la casa del lago, es una película de suspenso más que de sorpresas. El único problema, menor o mayor, va en gustos, es que al aproximarse el desenlace, el giro de la historia desdibuja los méritos acumulados hasta allí. Depp, casi perfecto, logra como siempre que el espectador sienta simpatía por su personaje, y no sólo porque es el más castigado de los que deambulan por la pantalla.
Pablo O. Scholz (Clarín)
|
|