Con la soberbia interpretación de ese gigante de la actuación que es Pete Postlethwaite, se logra de una película sencilla y pequeña un film grandioso y elocuente. Pero si éste no cuenta con lo mínimo e indispensable, se hace difícil incluso para actores de su talla.
Postlethwaite, quien hemos disfrutado como el señor Kobayashi de "Los sospechosos de siempre" y como el maravilloso director de orquesta en "Tocarás el viento", interpreta aquí a Ray, un desempleado que para ganarse la vida acepta trabajar junto a su amigo Steve –jugado por James Thornton- en las grandes alturas pintando torres de alta tensión.
Se sumará a esta aventura Gerry -Rachel Griffiths, la hermana de la cellista en "Hilary y Jackie"- una australiana aventurera que ambos irán descubriendo y, por supuesto, entusiasmándose con ella. Con una idea inicial de tener algo con Steve, Gerry lo dejará de lado («he tenido muchos y nunca ha funcionado») y dará lugar al amor entre las generaciones diferentes, ya que Ray es 25 años mayor que ella.
Con el intento (sistematizado por Ken Loach) de la dura crítica social que no puede faltar en el nuevo cine británico ("Billy Elliot") los protagonistas de este trabajo de altísimo riesgo irán conociéndose y entre ellos surgirán las variaciones propias de este trío.
Con el guión escrito por Simon Beaufoy, autor de la aclamada "The Full Monty / A todo o nada", los dos actores completan con oficio algunos espacios de indefinición y dan vida como pueden a los dos personajes que llevan el peso principal de todo el film. La ópera prima de Sam Miller deja un punto de mínima, como para ver qué hace más adelante.

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